“Más adelante, en una zona donde la tierra se volvía más dura, casi tosca, el camino subía hasta correr a la misma altura del alambrado. entonces aparecía, de pronto, espectacular, la llanura: chata, lisa, los cascotes de un potrero en barbecho, las cañas de un maizal cortadas a veinte centímetros del suelo, una tropa de vacas con la cabeza baja, husmeando de cerca los granos perdidos entre la paja y la tierra”.

Juan Rulfo, El Llano en llamas

 

Éste es un artículo diferente. Es un artículo sensitivo. Vamos a hablar de la piel, el órgano más grande del cuerpo, el que regula la temperatura, almacena agua, ese que es barrera entre el organismo y el entorno. Un órgano sensorial, el que nos da el sentido del tacto. Por eso, recorre con las yemas de tus dedos la superficie de tus manos, regálate una caricia, permítete sentir.

La crema sólida y vegana de cacao y caléndula salió aplaudida del laboratorio y yo tengo como misión escribir sobre ella. La mejor inspiración es la experiencia: la crema en barra de Tosca & Ruda me acompañó en una aventura de viaje por Centroamérica y pude comprobar todos sus beneficios: renueva, hidrata, nutre, aporta elasticidad, calma y protege la piel.

Cuando viajamos, sometemos a nuestra piel a diversos factores a los que no está acostumbrada como puede ser el calor, el sol o la humedad. La función de este órgano es la protección del cuerpo contra las agresiones externas y es por eso que debemos cuidarlo y mantenerlo sano. Hasta aquí, algo que sabemos, que es menester hidratar y humectar el cuerpo tanto bebiendo suficiente agua como utilizando un buen producto de uso externo.

¿Sabías que en apenas un centímetro cuadrado de piel hay más de 5000 receptores sensitivos? Estos receptores tienen la función de enviar la información instantáneamente al cerebro, quien decide cómo actuar en base al estímulo. Y a través de la piel, también, mostramos sensaciones: transpiramos, nos ponemos colorados, nos da “piel de gallina”, sentimos las caricias, las cosquillas, el sol y el agua. 

LAS MANOS QUE TRABAJAN LA TIERRA

La cita del escritor mexicano Juan Rulfo que abre este artículo no es casual. En nuestro primer encuentro les conté sobre el laboratorio de T&R, mencioné que estaba ubicado en Ubaté, capital lechera de Colombia, tierra de campesinos y campesinas, de trabajadores de la tierra, de personas que usan sus manos para que los alimentos lleguen a todas nuestras casas.

Es aquí donde nace este producto, pensado para las manos de estas personas, para las pieles de todos nosotros. Son las manos fuertes y ásperas de los trabajadores de la tierra las que delatan lo dispendioso de las labores del campo, trabajo que celebramos y que también hacemos para obtener las materias primas en las que se basan nuestros productos.

La manteca de cacao y los principios activos de la caléndula aportan a la piel elasticidad y nutrición mejorando notablemente zonas agrietadas como codos, nudillos, rodillas y talones y ayuda a difuminar cicatrices y estrías. De la caléndula se obtiene el poder cicatrizante, regenerante y calmante, los efectos en la piel son inmediatos. Como puntitos extra, la crema en barra no deja la piel grasosa ni es necesario usar mucha cantidad. Se aplica sobre la piel y se esparce con las manos. Y su envase es totalmente compostable, vuelve a la tierra, en esta búsqueda permanente de entendernos como uno con la naturaleza.

NO HAY PIEL PERFECTA, HAY PIEL SANA

Cuando decimos “piel perfecta” probablemente se nos venga a la mente la imagen repetida de cientos de modelos de revista con rostros de porcelana. Estas pieles no son reales. Las manchas, los poros, las líneas de expresión y otras “imperfecciones” hacen a nuestra piel y quererla sana es todo lo que debemos desear.

A mí lo que más me sorprendió de las propiedades de la crema es su poder cicatrizante. Volvamos a Centroamérica, pensemos en la cantidad de zancudos que puede haber en la imponente naturaleza. A eso súmale rascarse en la vida agreste. El resultado es piel lastimada, enrojecida, reseca, infectada. Tan sólo aplicarse la crema da una sensación de alivio, de humectación inmediata, para la picazón y da chance a la piel a recuperarse.

Una vez escuché una canción que decía que “lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir.” El viaje incluyó exposición al sol, raspones, erupciones por exceso de calor, largas jornadas de aire acondicionado y más largas aún las de autobús con la ventanilla abierta y viento caliente que rasga la piel. Para todos estos momentos, conté con la crema que apliqué en todo el cuerpo logrando nutrición y elasticidad enseguida.

Para tener una piel sana debemos cuidarnos del sol, beber mucha agua y ser gentiles con nuestro cuerpo en la elección de los productos que elegimos consumir. Tanto aquellos que ingerimos como los que nos colocamos. La crema de cacao y caléndula está pensada para proteger: gestada en esa tierra tosca, casi dura, para ser una caricia en las manos de toda nuestra gente ruda. 

 

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Sobre el autor

Melisa Morini
Melisa Morini
Soy periodista, bloguera y profesora. Todo lo que sea comunicar va conmigo y los dedos van solos cuando se trata de escribir sobre derechos, medioambiente, cultura, viajes, sustentabilidad y todo aquello que signifique caminar hacia un futuro más empático y respetuoso.

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